La economía es una ciencia que se ocupa de la especie humana que vive en sociedad dentro de un ambiente finito, o caso contrario no es nada.

Nicholas Georgescu-Roegen.[1]

El ora et labora dejó paso a otra forma de ganarse el paraíso: producir y consumir. Como ha señalado David Loy, la ciencia económica “no es tanto una ciencia como la teología de esta nueva religión”. Una religión que tiene mucho de opio del pueblo (Marx), mentira que ataca a la vida (Nietzsche) e ilusión infantil (Freud).

Jordi Pigem,[2]

…la organización de toda la economía dirigida a un mejor estar es el obstáculo mayor al bienestar.

Iván Illich.[3]

Carlos Merenson

Resumen

El presente documento analiza críticamente la corriente dominante en la disciplina económica, conocida como «economía mainstream«, argumentando que ha transitado de una ciencia a una ideología, y finalmente, a una «religión secular del mercado». Se exploran sus características principales, sus supuestos dogmáticos y las devastadoras consecuencias que sus preceptos tienen sobre la sociedad y el ecosistema. Asimismo, se presentan las voces «heréticas» de corrientes alternativas que ofrecen una visión crítica y proponen un camino diferente.

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La economía mainstream se proclama a sí misma como una ciencia objetiva,[4] capaz de describir y predecir el funcionamiento del sistema económico con la misma neutralidad con que la física estudia la materia o la biología el mundo vivo. Sin embargo, a medida que se consolidaba, comenzó a alejarse del análisis crítico de la vida material, desplazando su propósito hacia la defensa de un credo productivista. De ciencia pasó a ideología: en lugar de interrogar las bases sociales, culturales y ecológicas de la economía, terminó legitimando un modelo de acumulación ilimitada que ignora los límites biofísicos del planeta.

El tránsito no se detuvo allí. La economía dominante, al instaurar como dogma la fe en el mercado y el crecimiento perpetuo, se convirtió —a manera de metáfora crítica— en una auténtica religión secular. Jean-Paul Besset la describe con precisión:

Toda la humanidad comulga en la misma creencia. Los ricos la celebran, los pobres aspiran a ella. Un solo dios, el Progreso; un solo dogma, la economía política; un solo edén, la opulencia; un solo rito, el consumo; una sola plegaria: Nuestro crecimiento que estás en los cielos… En todos lados, la religión del exceso reverencia los mismos santos —desarrollo, tecnología, mercancía, velocidad, frenesí—, persigue los mismos heréticos —los que están fuera de la lógica del rendimiento y del productivismo—, dispensa una misma moral —tener, nunca suficiente; abusar, nunca demasiado; tirar, sin moderación, luego volver a empezar, otra vez y siempre. Un espectro puebla sus noches: la depresión del consumo. Una pesadilla le obsesiona: los sobresaltos del producto interior bruto. [5]

Los “herejes” señalados por Besset encarnan las corrientes alternativas y heterodoxas que cuestionan la teología del crecimiento. Ellos se encuentran en las antípodas del mainstream. Frente al desconocimiento de los límites biofísicos, reconocen la entropía (energética y material)[6] y la finitud de los componentes de la ecosfera (Georgescu-Roegen, Daly) lo que los conduce a introducir los límites biofísicos como restricción fundamental para producción, consumo y desarrollo.

Entre las principales corrientes y referentes podemos mencionar:

CorrienteReferentes
Economistas ecológicosGeorgescu-Roegen (1971), Herman Daly (1991), Joan Martínez Alier (2002), Manfred Max-Neef (1991)
DecrecentistasSerge Latouche (2009), Tim Jackson (2009), Alain Lipietz
Postkeynesianos críticosJoan Robinson (1962), Hyman Minsky (1986), Nicholas Kaldor (1972)
Institucionalistas y evolucionistasThorstein Veblen (1899), John K. Galbraith (1967), Nelson & Winter (1982)
Marxistas y ecosocialistasKarl Marx (lecturas ecológicas recientes), James O´Connor, Michael Löwy, John Bellamy Foster
Economistas feministas y decolonialesSilvia Federici (2004), Vandana Shiva (1988), Arturo Escobar (1995)

Son estas corrientes “heréticas” las que alzan voces críticas de los supuestos y métodos del pensamiento económico del mainstream:

  • La reducción del objeto de estudio: la disciplina centra su atención en precios, mercados y capital financiero, dejando de lado el bienestar real y la naturaleza.
  • La matematización abstracta: modelos altamente formalizados desplazan la realidad material, legitimando decisiones técnicas que esconden sus efectos sociales y ecológicos.
  • La neutralidad política: la economía se presenta como ciencia “objetiva”, invisibilizando conflictos distributivos y decisiones de poder.
  • La negación de límites biofísicos: se asume que la naturaleza es sustituible por capital humano o tecnológico y que el crecimiento puede ser infinito.
  • La tecnolatría: fe ciega en innovación tecnológica sin considerar límites ecológicos o sociales.
  • La sustituibilidad del capital natural: suponer que los componentes de la biosfera son totalmente sustituibles, que la naturaleza puede ser reemplazada por capital humano o tecnológico.
  • Considerar el crecimiento económico como un fin absoluto: maximización del PIB como indicador de bienestar.
  • Desconocer la interdependencia entre sistemas ecológicos y sociales: los ecosistemas y la sociedad se tratan como sistemas aislados, sin retroalimentaciones ni límites.

Estos “herejes” no solo advierten que existen límites biofísicos para el crecimiento, sino que también priorizan la justicia social y promueven la conservación de la vida. En la metáfora religiosa, son los custodios de una conciencia crítica: recuerdan que otra forma de organizar la economía y la vida es posible, basada en la cooperación, la suficiencia y la sostenibilidad.

Mientras tanto, los “sacerdotes” del mainstream —tecnoburócratas, asesores expertos, gurúes financieros y organismos internacionales— dictan ortodoxias supuestamente incuestionables. Sus mandamientos: crecimiento del PIB, eficiencia del mercado y competencia como valor supremo. La economía dominante se convierte así en una teología del crecimiento: un cuerpo doctrinal que, revestido de ecuaciones y gráficos, cumple la función que alguna vez tuvieron los sistemas religiosos tradicionales, legitimando un orden social que destruye su propia base natural.

En esta religión secular, la teología del crecimiento funciona como dogma: establece principios incuestionables de fe —la supremacía del mercado, la sacralidad de la competencia y la inevitabilidad del crecimiento perpetuo—. Pero toda religión requiere también su liturgia cotidiana, y aquí emerge la crematística.

Lo que Aristóteles señalaba como perversión del arte de vivir —la acumulación de dinero por sí mismo, desligado de la vida buena— se transforma en el ritual central de la modernidad económica. La crematística es el culto diario que materializa la fe en el mercado: comprar, vender, especular, acumular, expandir sin fin. El dinero deja de ser medio y se convierte en fin absoluto, objeto de adoración y fuente de legitimidad.

De este modo, la economía dominante predica una teología del crecimiento y sostiene una liturgia crematística que disciplina individuos, empresas y Estados. La acumulación se convierte en acto de devoción; la expansión del capital, en prueba visible de la gracia obtenida en esta religión secular. Pero este culto, al exigir sacrificios constantes de recursos, ecosistemas y vidas, deviene en liturgia autodestructiva: en nombre del crecimiento perpetuo, consume los fundamentos mismos que sostienen la vida en la Tierra.

La soberbia de su pretendida cientificidad es otro rasgo distintivo. Amparados en complejas ecuaciones matemáticas, muchos economistas del mainstream se presentan como portadores de verdades universales, comparables a las leyes de la física. Sin embargo, estas ecuaciones abstraen la economía de sus condiciones materiales y ecológicas, ignorando los límites del mundo vivo. Bajo la apariencia de neutralidad técnica se consolidan supuestos simplificadores —la mano invisible, mercados autorregulados, racionalidad ilimitada, crecimiento perpetuo— que nada tienen de realistas y mucho de dogmáticos.

Es el pensamiento del mainstream el que, parafraseando a Hazel Henderson, [7] condujo a entronizar algunas de nuestras predisposiciones menos atractivas: voracidad material, competición, gula, orgullo, egoísmo, imprevisión y simple codicia.

Estas construcciones no se quedan en el ámbito académico. A través de ministerios, bancos centrales y organismos internacionales, se traducen en decisiones políticas concretas: ajustes estructurales, liberalización de mercados, sobreexplotación de recursos y endeudamiento perpetuo. La arrogancia de quienes creen poder modelar la sociedad y la naturaleza como sistemas mecánicos proyecta sus efectos de manera devastadora sobre el mundo real. Pueblos y ecosistemas pagan las consecuencias de esta fe en modelos autorreferenciales, mientras la economía dominante mantiene intacta su pretensión de cientificidad y legitima un orden social que erosiona la vida misma. Lo que se proclama como ciencia objetiva no solo falla en comprender la vida económica, sino que legitima un sistema que destruye los cimientos de la vida en la Tierra.

Hemos quedado presos de una economía involucionada en crematística: desinformada, soberbia y profundamente equivocada. Solo podremos torcer el rumbo hacia la autodestrucción si somos capaces de liberarnos de la superideología productivista que la inspira, condición indispensable para evolucionar hacia una sociabilidad convivencial y un desarrollo verdaderamente sostenible.

Glosario de Términos Clave

  • Economía Mainstream: La corriente dominante en la disciplina económica que guía la formación académica, las políticas públicas y las decisiones financieras a nivel global. Se basa en supuestos de racionalidad individual, mercados competitivos, equilibrio general y la creencia en el crecimiento económico como objetivo central.
  • Ideología Productivista: Un sistema de creencias y valores que prioriza la producción y el consumo ilimitados como motor del progreso y el bienestar, a menudo ignorando los límites biofísicos y las dimensiones sociales y ecológicas.
  • Religión Secular del Mercado: Metáfora crítica utilizada para describir la economía mainstream, que ha instaurado como dogmas la fe en el mercado y el crecimiento perpetuo, adquiriendo características similares a un sistema religioso.
  • Crematística: Según Aristóteles, la acumulación de dinero por sí mismo, desligada del objetivo de la «vida buena». En el texto, se refiere al ritual central de la modernidad económica donde el dinero se convierte en un fin absoluto.
  • Límites Biofísicos: Las restricciones inherentes al funcionamiento de los ecosistemas y la disponibilidad de recursos naturales (energía, materiales) que limitan el crecimiento económico y la actividad humana en un planeta finito.
  • Entropía: En el contexto económico, se refiere a la ley de la termodinámica que establece que la energía y la materia tienden a degradarse y dispersarse, lo que implica que los sistemas económicos no pueden crecer indefinidamente sin considerar la finitud de los recursos.
  • Tecnolatría: La fe ciega y acrítica en la innovación tecnológica como solución a todos los problemas, incluyendo los límites ecológicos y sociales, sin considerar sus posibles impactos negativos o insuficiencias.
  • Sustituibilidad del Capital Natural: La suposición, común en la economía mainstream, de que los componentes de la biosfera (recursos naturales, ecosistemas) son totalmente reemplazables por capital humano o tecnológico.
  • Corrientes Alternativas/Heréticas: Escuelas de pensamiento económico que critican los supuestos y métodos de la economía mainstream, reconociendo los límites biofísicos, priorizando la justicia social y promoviendo modelos económicos más sostenibles y convivenciales.
  • Desarrollo Sostenible: Un modelo de desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades, integrando dimensiones económicas, sociales y ambientales. Un desarrollo sin crecimiento.
  • Sociabilidad Convivencial: Una forma de organización social y económica basada en la cooperación, la suficiencia y el respeto por los límites del planeta, en contraste con el modelo productivista y competitivo dominante.
  • PIB (Producto Interior Bruto): Indicador económico que mide el valor monetario total de los bienes y servicios finales producidos en un país durante un período determinado. En el texto, se critica su maximización como «fin absoluto» y único indicador de bienestar.

[1] Georgescu-Roegen, N. (1975). Energy and economic myths. Southern Economic Journal, 41(3), 347-381.

[2] Pigem, J. (2007). La hora del decrecimiento. Publicado en Cultura/s (La Vanguardia), 4 de abril de 2007, págs. 2-3. Documento electrónico: https://cursolimitescrecimiento.files.wordpress.com/2011/09/pigem-la-hora-del-decrecimiento.pdf

[3] Illich, I. (1978): “La Convivencialidad”, documento electrónico: https://www.traficantes.net/sites/default/files/Ivan%20Illich,%20La%20convivencialidad.pdf

[4] Por economía mainstream se entiende la corriente dominante en la disciplina económica, aquella que orienta la formación académica, las políticas públicas y la toma de decisiones financieras a nivel global. Su marco conceptual se basa en supuestos de racionalidad individual, mercados competitivos y equilibrio general, así como en la creencia en el crecimiento económico como objetivo central. Dentro del mainstream se incluyen entre otros a los Neoclásicos puros (Arrow, Debreu, Samuelson); monetaristas (Milton Friedman); Nuevos clásicos (Robert Lucas, Edward Prescott); y los Neokeynesianos (Gregory Mankiw, Olivier Blanchard, Paul Krugman, Joseph Stiglitz). Entre las corrientes marginales afines se destacan la Escuela Austriaca y los anarcocapitalistas con referentes como Murray Rothbard o Hans-Hermann Hoppe entre otros. Aunque cada una presenta diferencias metodológicas, todas comparten la tendencia a priorizar abstracciones formales sobre las dimensiones sociales, ecológicas y culturales de la vida económica.

[5] Besset, J.-P. (2005). Comment ne plus être progressiste, sans devenir réactionnaire, Paris, Fayard. p.134-135. Citado por Blai Dalmau (2013) en La nueva era del decrecimiento y el modelo de la democracia inclusiva, documento electrónico: http://www.democraciainclusiva.org/txt/decdi.pdf

[6] Georgescu-Roegen propuso extender el concepto de entropía de la energía a los materiales.

[7] Henderson, H. (1996). Creating Alternative Futures. Kumarian Press.